“Las ruidosas olas tragándose el reino de Ys, dulce
tierra siempre vestida de verde, amada antaño de
la oropéndola y adornada con la vinca."
Álvaro Cunqueiro
Restan los vacíos lavanderos,
los umbríos comercios
donde maíz y castañas reposan.
No fue la soberbia.
Por las calles desiertas
deambulan tranquilas las ovejas.
Los cuervos señorean el espacio.
No fueron el fuego ni el agua.
El ensueño los sorprendió sobre la cama,
aéreas raíces
germinaron el humedal de sus ojos.
Otras ciudades, en otras mañanas,
conocerán la aurora de la hierba.
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