“No tengo ganas de nacer”,
apunta en su diario, mientras inconsciente sorbe
la sangre que a la consciencia lo condena. “Estoy bien aquí,
acurrucado, somnoliento,
limpias estas manitas
de todo cometido infame”. Distraídas las horas pasan
entre las grumosas nubes del limbo.
Obcecado se aferra a su pulgar.
“¿Por qué habría de agrietarme a a la intemperie?
Nadie es el nombre que me gusta a mí”.
Pero intuye lo irremediable: la luz del día despunta
el pasado acaba de iniciarse
papá y mamá van a quererte mucho.
Me recuerda a la máxima de ... tú me lo sabrás decir, esa de "Nacer es comenzar a morir".
ResponderEliminarEsto es un lío, ya va la cuarta vez que intento contestarte, Pato. Este ordenador es un trasto, y yo un tanto torpe, me temo.
ResponderEliminarPues no te lo sé decir, me suena a Calderón (de la mierda) o a sabiduría popular. Desde luego el poema va de eso. Oye, gracias por inaugurar los comentarios, ya me aconsejarás cómo organizar este batiburrillo.
Descuida, hasta un Pato puede hacerlo :)
ResponderEliminarThanks a lot. Y de paso, si le echas un vistazo a las frases en francés de "Don de lenguas", te lo agradecería. En su momento lo saqué del original preartúrico (como mola), pero copié mal y luego lo corregí. El caso es que ahora no tengo muy claro si he puesto la versión corregida o la cutre. No resulte al final como la inmortal "perla" de Dumas:
ResponderEliminar'Ja, ja, ja'-rió la marquesa en francés.
Me gusta muxo.
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