Bebe y calla Berserk.
El alma un día
serpeante abandonó su pecho.
Por las laderas ahora deambula
de salmodias y ratones ahíta.
Pesadas son sus siestas.
Entre las hierbas altas
sueña mangostas compasivas.
Temerosos de sí
se guarecen el alma en la carne, la carne en la caverna,
la caverna en el bosque y en la colina el bosque.
Cobijado de sí
se aferra el nonato a su limbo
en espiral se envuelve la galaxia
duerme el perro junto a las ropas del amo
y a la sombra del dios el amo duerme.
Comadreja en su madriguera
somnolienta roe un rancio hueso.
Pobre universo, sin horizonte que contemplar.
Pobre dios, sin nadie en quien acunarse.
Pobre cuerpo, siempre tiritando.
Los borrachos no son mala gente.
El silencio es buena persona.
La mirada acuosa de Berserk
a las sagradas mangostas
piadoso sacrificio suplica.
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