viernes, 9 de septiembre de 2016

Casiopea





Camino al azar, entre desechos.
Arde
la luz albina de Casiopea.

Un mastín devora una culebra.
Me mira.
El viento empaña sus ojos vacuos.
Me habla:
"Sé que obro mal.
Perro no come serpiente.
Pero qué puede hacer
un animal abandonado.
¿Qué puedo hacer?", repite. 

Me acerco en silencio, mientras,
abatido, el lomo turbio recuesta.
Tan humana desolación
humana respuesta exige.
Un cuello de botella
degüella su sufrimiento.
Después lamo la herida,
me alimento durante horas.
Quizá estuvo mal.
Hombre no bebe perro. 
¿Mas quién soy yo para juzgarme?

Camino al azar por avenidas herrumbrosas,
dejo atrás la ciudad.

Estoy cansado.
Tumbado sobre las malvas,
reposo la cabeza en lecho de ortigas.
A mi manera febril, duermo.
Nubes convulsas me arrebujan.

Saciado, sueño la sangre.