La muerte no es un verde dragón
arrojando fuego por sus fauces, ni tú
un caballero
empeñando el alma
por su dama y su dios.
Diáfanos los ojos,
el terror anega tu corazón.
Yo, que como la muerte he sido expulsado del corazón de los hombres, como la muerte retorno a ellos bajo la piadosa forma de un augurio.
La muerte no es un verde dragón
arrojando fuego por sus fauces, ni tú
un caballero
empeñando el alma
por su dama y su dios.
Diáfanos los ojos,
el terror anega tu corazón.
Cortacabezas, perteneciente a mi libro Beula, ha sido adaptado en versión sonora por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a relatos de Borges, Kafka y J.C. González, en el episodio Tarde de Letras IV.
https://www.ivoox.com/tardedeletras-iv-audios-mp3_rf_130924497_1.html
https://go.ivoox.com/rf/130924497
He subido aquí, pues, el texto original en Beula, para quien desee consultar la versión escrita. Quiero expresas toda mi gratitud a J.C., creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro, por haber incluido algunos de mis textos en este magnífico ciclo, Tarde de Letras.
Harto de vivir en un corazón
alquilado, cansado de emociones y pensamientos, con un tajo quiso alcanzar la
libertad: decapitó al miedo, rebanó el cuello a la tristeza, tiñó en sangre la
alegría.
Y fue desde entonces llamado
Cortacabezas.
Errabundo entre ventiscas y sol,
indiferente vagó. Medrosas bajo la sombra del viajero, tras su paso renacían al
bullicio las ciudades. Ausencia tejían en su espalda las estaciones.
Así llegó al mar
Cortacabezas. Así murió. Meditativo por vez primera, imaginó el tiempo fluyente
entre las aguas, la vida lenta y ajena del coral, madréporas al temor extrañas.
Herrumbrosas estatuas anegaron su memoria.
Muerto Cortacabezas, la angustia al hombre devolvió sus rasgos.
Un degollador, perteneciente a mi libro Beula, ha sido adaptado, con su habitual calidad, por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a relatos de otros autores, en el episodio Tarde de Letras III.
https://www.ivoox.com/tarde-letras-iii-audios-mp3_rf_130587570_1.html
He subido aquí, pues, el texto original aparecido en Beula, para quien desee consultar la versión escrita. Todo mi agradecimiento a J.C. González, creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro.
Al detenerme preguntaron el
porqué de mis actos, la oscura maldición que sin duda los guiaba. Callé. Así,
cuando me ofrecieron trabajar al servicio del señor, con buena paga y buen
alcohol, ¿qué podía decir?: “Soy una persona melancólica, un hombre sencillo
que busca el sol sin despreciar la lluvia. Amo las flores rojas entre el trigo.
Siempre camino, siempre; mi tristeza es que las tortas de maíz no bastan para
satisfacerme, ni el agua calma mi sed. Rechazo vuestra oferta.”. Se hubieran
burlado, mi cuerpo pendería de una rama. Acepté en silencio.
Ahora, con la buena alimentación,
he perdido el gusto del cuchillo. A veces matamos campesinos, otras pobres
locos, locos pobres. Castigo divino, mascullan. Finjo ferocidad, procuro
rezagarme. Pero, aunque eche de menos aquella afilada alegría, aquellas mañanas
caprichosas, sé que obré en la única forma posible.
Nunca aceptarían que degollar,
para mí, fuese sólo una afición.
El texto Gnomos, perteneciente a mi libro Beula, ha sido adaptado, con enorme sensibilidad, por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a narraciones de otros autores, en el episodio Tarde de Letras, II.
https://www.ivoox.com/tarde-letras-ii-audios-mp3_rf_130265134_1.html
He subido aquí, pues, el relato original aparecido en Beula, para quien desee consultar la versión escrita. Como siempre, mi total agradecimiento a J.C. González, creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro.
Esta mañana lo encontré muerto en la
fresquera. Hace días las ratas lo habrían devorado, pero se han ido. Me dio
pena. Alisé su raída capucha y su casaca, lo enterré junto a los restos del
manzano.
Desde que la Gran Seta brotó tras la
cordillera todo muere. Sólo ellos medran: los enanitos. Al principio se
limitaban a roer los tallos agostados. Anoche desperté y vi a dos en la
mesilla, su piel calcinada, la mirada febril. Comencé a perseguirlos. Tras
aplastar a uno en la cocina, lo tiré a la basura. El otro había desaparecido.
Cansado, volví a la cama.
Ninguno ha vuelto a entrar en la
casa. Prefieren pasar de largo. Creí que venían de la Seta, ahora comprendo que
se dirigen hacia ella. Quizá tienen hambre.
El aire sabe a azufre. Cousas do
demo.
Hoy, tras encaramarme a un taburete,
vi en el espejo mis rasgos descarnados. Tomé una decisión. Desenterré al gnomo
para coger su ropa. Me queda perfecta. Debe ser mágica. He emprendido viaje a
las montañas. Algunos de mis congéneres se comen a los muertos, acabarán
enfermos. Yo me voy a casa, a la Gran Seta. Tengo un hambre atroz.