En el apocalipsis hace algo de fresco.
No se está mal,
pero vendría bien una rebequita.
Ocasionalmente, cierto molesto
olor a napalm
asciende desde las regiones inferiores
del continuo espaciotiempo.
Menuda fritanga.
Algo habrán hecho,
nosotros a lo nuestro.
Arañas bajo el cabello,
por los cielos serpientes aladas.
Una lechuza
contempla el silencio con ojos redondos.
Al atardecer
la mortandad decrece un rato.
Entonces, mientras Lady Macbeth llora,
todos nos lavamos las manos.