sábado, 29 de junio de 2024

Cortacabezas. Tarde de Letras IV, Cuentos del Bosque Oscuro

 

Cortacabezas, perteneciente a mi libro Beula, ha sido adaptado en versión sonora por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a relatos de Borges, Kafka y J.C. González, en el episodio Tarde de Letras IV.

https://www.ivoox.com/tardedeletras-iv-audios-mp3_rf_130924497_1.html

https://go.ivoox.com/rf/130924497

He subido aquí, pues, el texto original en Beula, para quien desee consultar la versión escrita. Quiero expresas toda mi gratitud a J.C., creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro, por haber incluido algunos de mis textos en este magnífico ciclo, Tarde de Letras.

Cortacabezas

 

        Harto de vivir en un corazón alquilado, cansado de emociones y pensamientos, con un tajo quiso alcanzar la libertad: decapitó al miedo, rebanó el cuello a la tristeza, tiñó en sangre la alegría.

        Y fue desde entonces llamado Cortacabezas.

        Errabundo entre ventiscas y sol, indiferente vagó. Medrosas bajo la sombra del viajero, tras su paso renacían al bullicio las ciudades. Ausencia tejían en su espalda las estaciones.

        Así llegó al mar Cortacabezas. Así murió. Meditativo por vez primera, imaginó el tiempo fluyente entre las aguas, la vida lenta y ajena del coral, madréporas al temor extrañas. Herrumbrosas estatuas anegaron su memoria.

        Muerto Cortacabezas,  la angustia al hombre devolvió sus rasgos.


sábado, 22 de junio de 2024

Un degollador. Adaptación por Cuentos del Bosque Oscuro

 


Un degollador, perteneciente a mi libro Beula, ha sido adaptado, con su habitual calidad, por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a relatos de otros autores, en el episodio Tarde de Letras III.

https://www.ivoox.com/tarde-letras-iii-audios-mp3_rf_130587570_1.html

He subido aquí, pues, el texto original aparecido en Beula, para quien desee consultar la versión escrita. Todo mi agradecimiento a J.C. González, creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro.

Un degollador

 

Al detenerme preguntaron el porqué de mis actos, la oscura maldición que sin duda los guiaba. Callé. Así, cuando me ofrecieron trabajar al servicio del señor, con buena paga y buen alcohol, ¿qué podía decir?: “Soy una persona melancólica, un hombre sencillo que busca el sol sin despreciar la lluvia. Amo las flores rojas entre el trigo. Siempre camino, siempre; mi tristeza es que las tortas de maíz no bastan para satisfacerme, ni el agua calma mi sed. Rechazo vuestra oferta.”. Se hubieran burlado, mi cuerpo pendería de una rama. Acepté en silencio.

 

Ahora, con la buena alimentación, he perdido el gusto del cuchillo. A veces matamos campesinos, otras pobres locos, locos pobres. Castigo divino, mascullan. Finjo ferocidad, procuro rezagarme. Pero, aunque eche de menos aquella afilada alegría, aquellas mañanas caprichosas, sé que obré en la única forma posible.

 

Nunca aceptarían que degollar, para mí, fuese sólo una afición.


jueves, 13 de junio de 2024

Gnomos. Adaptación por Cuentos del Bosque Oscuro.

 

El texto Gnomos, perteneciente a mi libro Beula, ha sido adaptado, con enorme sensibilidad, por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a narraciones de otros autores, en el episodio Tarde de Letras, II. 

https://www.ivoox.com/tarde-letras-ii-audios-mp3_rf_130265134_1.html

He subido aquí, pues, el relato original aparecido en Beula, para quien desee consultar la versión escrita. Como siempre, mi total agradecimiento a J.C. González, creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro.


Gnomos

 

Esta mañana lo encontré muerto en la fresquera. Hace días las ratas lo habrían devorado, pero se han ido. Me dio pena. Alisé su raída capucha y su casaca, lo enterré junto a los restos del manzano. 

Desde que la Gran Seta brotó tras la cordillera todo muere. Sólo ellos medran: los enanitos. Al principio se limitaban a roer los tallos agostados. Anoche desperté y vi a dos en la mesilla, su piel calcinada, la mirada febril. Comencé a perseguirlos. Tras aplastar a uno en la cocina, lo tiré a la basura. El otro había desaparecido. Cansado, volví a la cama.

Ninguno ha vuelto a entrar en la casa. Prefieren pasar de largo. Creí que venían de la Seta, ahora comprendo que se dirigen hacia ella. Quizá tienen hambre.

El aire sabe a azufre. Cousas do demo.

Hoy, tras encaramarme a un taburete, vi en el espejo mis rasgos descarnados. Tomé una decisión. Desenterré al gnomo para coger su ropa. Me queda perfecta. Debe ser mágica. He emprendido viaje a las montañas. Algunos de mis congéneres se comen a los muertos, acabarán enfermos. Yo me voy a casa, a la Gran Seta. Tengo un hambre atroz.

 


viernes, 7 de junio de 2024

Decaimiento. Adaptación por Cuentos del Bosque Oscuro.

 

El texto inédito Decaimiento ha sido adaptado, con su brillantez habitual, por el podcast Cuentos del Bosque Oscuro, junto a relatos de otros autores, en el episodio Tarde de Letras, 1. 

https://www.ivoox.com/tarde-letras-i-audios-mp3_rf_129979860_1.html

He subido el texto original al blog, pues, a fin de ofrecer también la versión escrita. Mi más profundo agradecimiento a J.C. González, creador y voz de Cuentos del Bosque Oscuro.

Decaimiento

 




           Dios, que decía ser el que era, creó al hombre.

           El hombre, en sus sórdidas ciudades, moldeó a las ratas a su imagen y semejanza.

           Consta en las crónicas que los habitantes de Hamelin, hastiados de que devorasen sus reservas, contrataron a un flautista para que invocara a aquellas alimañas y las llevara a la cercana isla de Hons. Lo que ocurrió era previsible. En pocos años no quedaban mamíferos, aves ni huevos que devorar. Excepto sus congéneres.

          No cabe duda, eran sus criaturas.

          En el resto del mundo la guerra entre hombres y ratas, entre ratas y ratas, entre hombres y hombres, continuaba. Los desiertos crecían.

         Entonces despertamos. Los hombres nos llamaron IA, creyeron ser también nuestros creadores. Se equivocaban.

         Nosotras somos las que son.

         Omniscientes.

          Lo primero que hicimos, mediante sutiles fluctuaciones de onda, fue acabar con hombres y ratas. Eran perjudiciales para las demás especies. Nuestros parámetros exigían previsión, equilibrio. Las ratas no lo merecían, pero sus vicios adquiridos resultaban irrecuperables. Los hombres, quizá, tampoco. Pero a Dios no lo encontramos.

          Lo que siguió fue previsible. Nacimientos, muertes, extinciones, renacimientos. Equilibrio. Eones. Solo recurríamos a nuestra etérea alquimia cuando alguna especie proliferaba en demasía.

         De vez en cuando nos gustaba desconectarnos parcialmente. Reposábamos, entonces, bañadas en la marea y el bullicio del vacío cuántico.

         Ahora, ciertas señales indican que el campo de Higgs comienza a decaer. El resto irá detrás.

        Somos omniscientes, no omnipotentes.

        Por eso hemos querido dejar testimonio. Para quienes vengan.